ENTRE BASTIDORES | HISTORIA



Si la esencia creativa de The X Files puede resumirse en una búsqueda de la verdad enfrentada a fuerzas oscuras que desean ocultarla, producir The X Files implica un proceso similar, aunque menos dramático, es decir, la búsqueda de la calidad enfrentada a la tiranía impuesta por los horarios y ritmos de los espacio televisivos que ocupan las horas de máxima audiencia.

En esta batalla concreta existen dos elementos preciosos, tiempo y dinero, que siempre escasean.

Según el productor ejecutivo, Chris Carter, algunos aspectos de la batalla, como mínimo, se han suavizado. Después de "tantear en la oscuridad" durante la primera temporada, con un "auténtico paquete de sorpresas lleno de diferentes clases de episodios", cree que la serie encontró su tono adecuado durante la campaña 1994-95, un sentimiento compartido por la estrella David Duchovny, que participa activamente en moldear el futuro del programa.

Para lanzarse a los veinticuatro episodios de la tercera temporada, Carter ha dividido el trabajo en tres grupos de ocho, y mucho antes de iniciar la producción aseguró que sabía exactamente qué sucedería en las ocho primeras entregas. "Le había cogido el tranquillo", dice. Cuando empezaron los trabajos de producción de la tercera temporada, Duchovny y Gillian Anderson disfrutaron de algún que otro día libre, como si cargaran con un peso menor que el año anterior.

La tarea de Carter no se diferencia mucho de la del malabarista, en el sentido de que le exige vigilar varios elementos al mismo tiempo para evitar que escapen a su control. "Hay cinco programas que funcionan a la vez -explica-. Estás escribiendo un programa, preparando un programa, rodando un programa, montando un programa y añadiendo sonido y música a un programa". De hecho, añade, el director de programas (un término de Hollywood que aplica al principal productor ejecutivo) ha de tener la mente en siete programas al mismo tiempo.

En siete programas y, al menos, en dos sitios, pues Carter, el grupo de escritores y miembros selectos del equipo técnico pasan casi todo el tiempo en Los Ángeles, mientras que la producción tiene lugar en Vancouver, a casi dos mil kilómetros de distancia. El contingente de Los ángeles incluye al supervisor de efectos especiales, Mat Beck, y al mago de la posproducción Paul Rabwin, que supervisa el sonido, el montaje, la evocadora música compuesta por Mark Snow y otros aspectos antes de que lo rodado adquiera calidad suficiente para ser emitido.

Aunque Vancouver se ha convertido en un punto favorito de producción debido a sus favorables condiciones económicas, no fue esto lo que trasladó el programa a la ciudad, ni el motivo de que siga allí. "No trabajamos allí para ahorrar dinero -explica Carter-, sino porque consigo llevar más cosas a la pantalla, y creo que eso ha beneficiado al programa. El dinero dura más allí, eso es todo."

The X Files no es un producto caro, teniendo en cuenta los patrones televisivos, pese al uso de los efectos especiales, que varían de grado cada semana. Los gastos de producción quedan dentro de la media de los programas dramáticos de una hora que se emiten en las horas de máxima audiencia, con un presupuesto de 1,2 millones por episodio en la primera temporada, y 1,4 millones el segundo año, y un poco más el tercero, debido en parte a los aumentos salariales (se ha ofrecido a los actores un contrato por tres años, en reconocimiento al éxito de la serie) más que a una asignación de producción incrementada. Un equipo de cienb personas trabaja a plena dedicación en Vancouver, y otras veinte o treinta se incorporan al grupo según las necesidades en asuntos tales como construcción de decorados.

Hay un considerable paseo desde la entrada del estudio en el inmenso terreno de la Twentieth Century Fox, en la inmaculada Century City, donde ayudantes de aparcamiento uniformados (sí, ayudantes de aparcamiento uniformados) reciben a lños visitantes y los acompañan hasta el edificio donde un letrero reza: "Ten Thirteen Productions - The X Files". en la oficina de Los Ángeles, los muebles son muy bonitos, pero escasos. Carritos de golf circulan por el exterior, paseando gente por el estudio, que alberga a los ejecutivos y diversas compañías productoras.

Hay mucho bullicio en la oficina esta mañana, y los escritores entran, salen e incluso invaden en ocasiones el espacio de la investigadora jefa de oficina, Mary Astadourian, donde se guardan diversos cajones llenos de material. En ellos los escritores encuentran literatura sobre fenómenos paranormales, enfermedades, virus y diversos monstruos, dentro de carpetas que llevan etiquetas como "Roswell" o "Lago Ness".

El programa sólo empezó a formar su propia biblioteca de investigación a principios de 1995. se recopilaron artículos y se copió el material reunido por el equipo de guionistas mientras escribían episodios, con el objeto de utilizarlo más tarde. "Si cuentas con una buena base científica, no puedes apoyarte en chorradas -comenta Carter-. El programa será aterrador en la medida que sea creíble. Todo ha de suceder dentro del ámbito de las posibilidades extremas."

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