THE X-FILES: THE ALBUM


Uno entra al negocio de las bandas sonoras ciegamente, con la confianza que un ciego tiene en las peculiares leyes de la física que aparentemente gobiernan en estas iniciativas. El sobre oxigenado aire libre de dudas y sus influencias contaminantes, la reflexión precognoscitiva de Hollywood ejercida más allá de la cordura y el buen sentido – uno debería saberlo mejor, dadas las actividades cooperativas donde las partes responsables, sonriendo ampliamente por fuera, torturan al destino y a las moléculas con felicitaciones en avanzado. Estamos condenados.

Y sin embargo, a pesar de mi temor y paranoia sobre el proceso, ahora tengo problemas para contener mi sentir sobre la GLORIOSA MARAVILLA de lo que resultó. Este álbum comenzó con una dudosa oferta: vengan y únanse al show. Ninguno de los artistas tendrían el lujo de ver la película antes de firmar. Compondrían también en secreto: interpretaciones expresionistas de lo misterioso. De un objeto que anda a tientas en la oscuridad. Un vago contexto otorgando una oportunidad, creando un nuevo contexto: haz lo que sabes hacer. No estamos condenados, dicen los existencialistas, sólo estamos condenados a la libertad.

Así, con mucha cautela, a la deriva en las latitudes de la anticipación, las primeras ondas de audio se rizan sobre el costado de un barco fantasma. Coros de sirenas en los vientos alisios, y sin embargo el bote sigue flotando. Las manos en el aire, las partes responsables sonriendo ampliamente, FELICITACIONES por todas partes.

Chris Carter
22 de abril, 1998



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